1.6.12


Al parecer (y por su carácter cíclico) el sistema económico pone otra vez en ridículo y en zona de riesgo el accionar de los llamados gurúes, los que no son más que pretendidos formadores de opinión que como en un juego de máscaras discursivas, se revisten de la preciada impunidad que ofrece la Academia – acumulación de honores y admiración por su refinado hablar concluyente.
¿Son nuestras creencias todas, meras convenciones – es decir, si entonces podría haber otras – y cuál es el estatuto de la verdad, en medio de la fragmentación?
En la antigua Grecia, los Sofistas – quien desarrollaban un método (la sofistica) el que no era más, que un varietés de sofisticados artilugios expresivos; carentes de reflexión, gozaron de mala estima, entre quienes buscaban interpretar la realidad del hombre y su quehacer político, es decir el hombre en su hábitat natural: la polis.

Ambas actitudes, difieren en la esencia como es fácil deducir.

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