En
los “Escritos de un viejo indecente” comienza el desconocido hablando de la
tranquilidad emocional que le causa escribir bagatelas sin precisión
estilística y argumental. No siente la tensión de esculpir una obra, se deja
llevar mientras bebe una cerveza fría. El libro es una selección de columnas y
artículos que fueron publicadas sin entusiasmo, por un editor despreocupado por
el “valor periodístico”, la independencia política y esas cosas que escuchamos
a diario – justamente: sin demasiada precisión argumental, sino más bien como
un slogan gremial.
Dice
el facineroso de siempre y eso me llama la atención por irreverente a secas: “Si quieres mandarme dinero, vale. O si
quieres odiarme, también vale. Si yo fuese el herrero del pueblo no andarías en
broma conmigo, pero sólo soy un viejo con algunas historias sucias. Que escribe
para un periódico que, como yo, podría morir mañana por la mañana”. Voy a leer esta obra otra vez algún
día, aunque sea contra-su-natura llamarla obra.
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